Historia de San Benito de Palermo
“Esta brevísima historia es producto del empeño puesto por satisfacer la inquietud de saber dar al público siempre ávido de novedades, especialmente ésta que es de tan importante resonancia, ya que hasta hoy solo sabíamos leyendas populares sobre su aparición en el pozo que ostenta su nombre otras transmitidas de persona a persona y conocidas por nuestros mayores. Estas tradiciones esperamos recoger posteriormente para que también haya testimonio escrito de porque en Palencia se venera a San Benito de Palermo, de tal manera que se cuenta con una descripción complementaria al hallazgo actual”. (Temas de la Palencianidad, Everardo Alvizuris Sandoval. Pág. 371,372)
“Benito, llamado también el “Santo Negro”, nació en Filadelfo, pueblo de Sicilia en el año 1526. Fueron sus padres esclavos oriundos de África, cristianos muy piadosos y desde la infancia le inculcaron el temor de Dios. En respuesta a estas enseñanzas muy pronto comienza a dar pruebas de virtud y santidad. Su primer oficio fue el cuidado del ganado y da muestra de gran fidelidad en su trabajo a la vez que se dedica al ejercicio del apostolado con sus compañeros.
No sabía leer.
Benito vende lo que tiene lo da a los pobres y se retira al desierto donde lleva una vida recogida y ordenada. Un santo ermitaño lo anima a seguir la vida ascética. Duerme en el suelo, viste rustica túnica y ayuna constante.
En su contemplación obtiene comunicación íntima con Dios siendo su oración fulgurosa y constante.
Siendo siervo de Dios adquiere el gran don de practicar curaciones maravillosas que le granjean la admiración general.
Trascendía de tal manera su fama que tuvo que huir para refugiarse en una ermita abandonada. Benito permanece allí hasta que por la disposición del Papa Pío IV se obliga a los ermitaños a ingresar a una de las órdenes conocidas.
El Convento
Pidió Benito ser admitido en el convento franciscano de Santa María de Jesús en Palermo donde también se conocían sus virtudes y milagros.
En el convento desempeña los oficios con la mayor humildad y da demostraciones de sus características:
- Celestial prudencia.
- Extremada caridad.
- Profunda humildad.
- Perfección religiosa.
Que lo hace el modelo más perfecto del religioso observador. Por estas cualidades sus compañeros del convento lo designan Prelado y al verse superior a sus hermanos se confunde grandemente y con todas las fuerzas de su alma desea renunciar sin embargo, asume la responsabilidad aceptando el cargo por obediencia ya que carecía de instrucción literaria.
Así les dijo:
“¡padres y hermanos míos! ¿Qué habéis hecho cuando ser esclavo del menor no merezco guardan a un hombre tan malo, tan idiota, y el inferior a todos a un negro hijo de esclavos, superior de tan gran convento?”
La implícita renuncia contenida en la a locución sirvió para confirmar la voluntad de Dios y aceptó.
Desempeña su oficio con toda perfección y gobierna como pocos lo habían hecho. Progresa en la virtud y amonesta con pláticas fulgurosas y el constante ejemplo a sus hermanos.
Benito aprende las sabidurías de Dios, la gente le busca para pedirle consuelo y consejo. La virgen María se le aparece con el niño Jesús en los brazos y los deposita en los del santo.
Este humilde hermano lego es admirado por su santidad y su sabiduría, le ven y oyen el Papa, los cardenales, el Obispo de Palermo y el Virrey de Silicia.
San Benito es llamado “El más famoso penitente que tiene la Orden Franciscana en los siglos de oro”.
Se propuso cumplir la regla Franciscana, hasta el fin de su vida que le permitió dominio soberano de sí mismo y firmeza para juzgar con caridad, rectitud, nobleza y justicia.
Su profunda humildad la expone ante un novicio a quien había reprendido con rudeza, pidiéndole perdón de rodillas.
A los vecinos del convento aconsejaba acertadamente y concedía milagros patentes. Ejemplos:
A quien pide paz con el esposo, le decía:
“Llora tus pecados y conseguirás lo que pides”.
A quien pide bendiciones:
“Comulga cada año y te bendeciré”.
Los niños fueron su gran atracción.
Los ama y bendice. Si los médicos se sienten impotentes para salvar a una madre, acuden a Benito con el poder maravilloso recibido de Dios, en auxilio supremo.
Orando estaba cuando tuvo la revelación de que unos hermanos novicios, abandonan el convento, se les aparece y les dice:
“Miren hijos, que siente el demonio que hayan elegido el estado religioso y envidioso les quiere engañar. No sean ingratos con Dios que los llamó con su gran bondad. Si a otros hubiera elegido mejor hubieran correspondido”.
Regresaron.
Contra las tentaciones aconseja así: “Rece un credo y desaparece el diablo y todas sus astucias infernales. Si el alma se encuentra bien fortificada, el enemigo no encuentra por donde atacar”.
Es hijo sencillo, humilde, fiel e infinitamente bueno.
Decía al sentirse desfallecer en su caminata por el desierto:
“Pongamos en Dios nuestro cuidado y él nos sustentará. Vamos hermano, no cuidemos de otra cosa pensemos más que en Dios que por su cuenta corre el ayudarnos cuando hay necesidad”.
- Eventos destacados
Se hizo el milagro
Muchos pobres acudían al convento en demanda de auxilios y un día, nada hay para darles solo quedó lo necesario para los religiosos con infinita confianza ordenó:
“Pues valla y tráigalo todo a estos mendigos que Dios proveerá”.
Los enfermos confían en el poder de San Benito y acuden pidiendo salud consiguiendo también la salud del alma.
Sus dotes son atribuidas a la santidad de su vida. Admiraba con erudición su estilo suave y convincente, su prudencia en la palabra y el modo de comunicarse.
Enseña a un doctor la interpretación correcta de las escrituras diciéndole:
“No se preocupe por Dios, Padre, por no haber podido comprender hasta ahora el genuino sentido del lugar de la escritura. Yo se lo explicaré, si Dios fuere servido”.
Ante los pecadores que ofenden a la majestad de Dios, entre ellos la esclavitud, exclama: “Hermanos míos hago oración por la tierra de Indias y lloró con tal desconsuelo al ver tantas almas en la oscuridad de las tinieblas del gentilismo y sentadas en las sombras de la muerte”.
Recuérdense que en la época que le tocó vivir a América (tierra de Indias en su oración) traían gentes africanas en la denigrante condición de esclavos que sus niños fueron esclavos y el mismo nació en tan inhumano trato.
Se sabe que aquí en Palencia hubo un número de esclavos traídos de las Antillas.
Predice su muerte…
Permaneció veintidós años en la Orden Franciscana y a la edad de sesentaitres años se prepara fervorosamente para morir conociendo el momento preciso, hora y día del descenso entrega su espíritu al creador el 3 de abril de 1589.
Comienza la veneración de Palermo que trascendió a Sicilia, Nápoles, España, Francia, Alemania, Polonia y América.
El Papa Benedicto XIV lo declara beato y Pío VII lo inscribió en el catálogo de los santos”. (Temas de la Palencianidad, Everardo Alvizuris Sandoval. Pág. 371, 372, 373, 374, 375)